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EL TALLER

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En el mundo de las artes plásticas y visuales el taller es el espacio producción, lo que implica la experiencia, exploración y creación plástica. A su vez, el taller ha funcionado desde la antigüedad como espacio de formación, por lo tanto entendemos el taller como un espacio de enseñanza y de aprendizaje. Hacia la Edad Media es el lugar donde los “gremios de artesanos” producían y se formaban como pintores, vitraleros, escultores, joyeros, tapiceros, entre otras artes aplicadas a la vida cotidiana y religiosa. En el Renacimiento, el artista deja el anonimato de los gremios de artesanos medievales conformándose la idea de “artista genio”, y el taller pasa a ser su espacio de producción y creación junto a ayudantes y discípulos, pero sigue siendo el espacio de aprendizaje de las artes, para ir transformándose hacia el siglo XVII en la Academia.

Imanol Agirre (2005) en sus estudios sobre los modelos formativos de la educación artística dice sobre estos períodos mencionados:

Al principio y más antiguo de estos momentos corresponde lo que denominaremos el modelo gremialista de instrucción artística. Entre éste y la definitiva consolidación de las academias se produce un período de convivencia entre los modos medievales de producción y los de las nuevas instituciones que denominaremos el modelo humanista y finalmente distinguiremos un tercer período, el del triunfo de la enseñanza reglada del arte que se corresponde con el desarrollo del modelo academicista. (p.207)

En la educación, hacia el siglo XX el taller de plástica cobra relevancia con la Escuela Nueva y sus principios sobre las etapas del desarrollo infantil, la experiencia, la relación con el medio, el descubrir haciendo, la autoexpresión y la importancia de los procesos experienciales y vivenciales en el sujeto frente al producto final. Aparecen múltiples experiencias educativas de la “escuela activa”, aunadas en lo que se denominó el modelo de libre expresión. Algunas de estas experiencias fueron las de Fröebel y los Kindergarten, Steiner y la antroposofía, Cizek y Luquet con el dibujo libre, Freinet, Lowenfeld y Arno Stern con el desarrollo de la capacidad creadora. Este último, hace una especial atención sobre el taller como el espacio de trabajo donde se producen procesos que vinculan la expresión, la imaginación, la observación y las emociones. Sobre el espacio de taller o atelier, Stern (1961) establece: 

El “atelier” es un mundo. Está determinado por un ámbito particular y para el niño que lo descubre no es comparable a ningún otro lugar. No tiene rincones secretos ni muebles misteriosos. Las paredes serán de material blando (que permitan clavar fácilmente los trabajos), tapizadas con papel grueso (que estará bien pronto centelleante de colores); en el centro de la habitación, una mesa-paleta o lo que cumpla con esa finalidad. Todo está allí; con una mirada el niño puede abarcar el conjunto y todo es muy cómodo. En un lugar apropiado del “atelier” han sido reunidos los útiles secundarios. En una bandeja, o en una caja de forma de rastrillo, el niño encuentra el papel a su alcance, a fin de que pueda tomarlo sin ayuda del educador. (p. 30)

El taller es espacio y forma, es un espacio activo, que en el mundo de las artes plásticas y visuales conjuga el espacio físico con formas de hacer. Por lo tanto, su disposición de muebles y materiales deben permitir la actividad, el desplazamiento, el trabajo individual y colectivo al mismo tiempo. Es un espacio que da libertad de acción para encontrar las propias formas expresivas en el trabajo plástico.

El taller de plástica puede generarse en el salón de clase cuando no existe un espacio destinado solo a esto. El docente dispondrá de lo imprescindible de un espacio de taller, como ser la mesa colectiva, los materiales y herramientas a disposición, el permiso para el diálogo y la ayuda entre los participantes.

El taller es un espacio de trabajo, y como tal deben existir consignas y acuerdos entre quienes lo habitan para que se produzca armonía, respeto, oportunidad y aprendizaje entre sus participantes. Estos acuerdos serán sobre el uso del espacio, de los materiales y de los tiempos. Parafraseando a Stern, el taller es un mundo en la infancia, es el lugar de la experiencia plástica y estética, de la acción y el juego, del descubrimiento y el aprendizaje, del encontrarse con uno mismo y encontrarse con el otro.

Fuente: Tomeo Gaiero, M. (2024) Artes Visuales: sus conceptos y su enseñanza en la escuela. en El conocimiento artístico en la escuela. Recorridos y propuestas. Didáctica Ediciones.​

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